TENDINOPATIA
INTRODUCCION
El dolor localizado
en el tendón, especialmente en el tendón de Aquiles y el tendón rotuliano,
conocido como tendinopatía, es muy común en individuos practicantes de deporte
ya sea a nivel competitivo o de ocio. Sin embargo, y según diversos estudios,
se ha demostrado que individuos físicamente inactivos también lo sufren. Por lo
tanto, se puede afirmar que la actividad física no se puede asociar
directamente a la histopatología y que el ejercicio físico puede ser más
importante en la provocación de los síntomas que en ser el causante de la
lesión.
Se considera que el
sobreuso induce esta condición, pero la etiología y la patogenia no están
científicamente clarificadas.
Tunel Carpiano |
La nomenclatura
alrededor del dolor crónico en el tendón es confusa. Hasta hace unos años se
consideraba que el dolor crónico a nivel de Aquiles y rotuliano comportaba la
presencia de un componente inflamatorio, y los términos «tendinitis» y
«tendonitis» se usaban de forma habitual.
Las tendinopatías son una patología de
difícil tratamiento.
Actualmente varias
teorías intentan explicar el origen del dolor; la más aceptada es la basada en
el modelo vascular, aunque hay diferentes líneas de investigación en cuanto al
mecanismo de producción del dolor. Esta teoría se centra en el desarrollo
neovascular local en las patologías crónicas del tendón, lo que ha hecho surgir
nuevas ideas en torno a los modelos de tratamiento, como el uso de las
inyecciones esclerosantes.
Clasificación
de las tendinopatías
|
|
Diagnóstico
|
Hallazgos microscópicos
|
Tendinosis
|
Degeneración
tendinosa causada por la edad, el envejecimiento del tejido conjuntivo, el
sobreuso y el
compromiso
vascular
|
Tendinopatía/
Rotura parcial Paratendinitis
|
Degeneración
sintomática con disrupción vascular
Inflamación
del paratendón, sin tener en cuenta si está
cubierto
o no de sinovial
|
Paratendinitis
con tendinosis
|
Paratendinitis
asociada con degeneración intratendinosa
|
Fisiopatología de las
tendinopatías
Modelo tradicional
Sobreuso del tendón provoca inflamación y, por lo tanto, dolor. Como se verá, la ausencia de marcadores inflamatorios pondrá en entredicho esta teoría. Varios autores han observado macroscópicamente que los pacientes con tendinopatía rotuliana se caracterizan por la
presencia de un tendón de consistencia blanda o con fibras
de colágeno desorganizadas y de color amarillo oscuro en la porción posterior
profunda del polo inferior de la rótula. Esta apariencia macroscópica se
describe como degeneración mucoide o mixoide. A través del microscopio se
observa que las fibras de colágeno se encuentran desorganizadas y separadas por
un aumento de la sustancia fundamental. Por tanto, la degeneración del
colágeno, junto con una fibrosis
variable y una neovascularización, han sido los hallazgos básicos de los
estudios anteriormente mencionados.
Sobreuso del tendón provoca inflamación y, por lo tanto, dolor. Como se verá, la ausencia de marcadores inflamatorios pondrá en entredicho esta teoría. Varios autores han observado macroscópicamente que los pacientes con tendinopatía rotuliana se caracterizan por la
Tendinitis de Aquiles |
Modelo mecánico
Atribuye el dolor a 2 situaciones:
Una lesión de las
fibras de colágeno, aunque existen situaciones en las que el tendón está
completamente intacto y también hay dolor. Una variante de esta teoría afirma
que no es la rotura de colágeno lo que produce dolor, sino el colágeno intacto
residual contiguo al lesionado, debido al estrés añadido que supera su
capacidad normal de carga.
Datos procedentes de
numerosos estudios, que han utilizado técnicas por imagen, contradicen esta
última variante, ya que pacientes con dolor en el tendón rotuliano pueden tener
una resonancia magnética (RM) normal (un paciente puede tener una anomalía
morfológica muy pequeña o inexistente y presentar síntomas significativos),
demostrando que el dolor en el tendón se debe a algo más que a la pérdida de
continuidad del colágeno.
En el caso del impingement
(compresión) tisular, el tendón se inserta en una localización donde sufre
una compresión por parte del hueso. Supuestamente estos pacientes deberían
conseguir una mejora sintomática cuando el tendón se libera de la compresión, y
no es así.
Modelo bioquímico
Propone que la causa
del dolor es una irritación química debida a una hipoxia regional y a la falta
de células fagocitarias para eliminar productos nocivos de la actividad
celular.
Por lo tanto, el
dolor en las tendinosis podría estar causado por factores bioquímicos que
activan los nociceptores, la sustancia P y los neuropéptidos. Los nociceptores
se localizan en los alerones rotulianos lateral y medial, la membrana sinovial,
el periostio y la grasa infrapatelar. Todas estas estructuras pueden
desarrollar un papel importante en el origen del dolor.
Modelo
vasculonervioso
Se basa en el daño
neural y la hiperinervación, sugiere que las fibras nerviosas positivas para la
sustancia P se encuentran localizadas en la unión hueso-periostio-tendón, de
tal manera que los microtraumatismos repetidos en la inserción del tendón dan
lugar a un proceso cíclico de isquemias repetidas que favorece la liberación de
factor de crecimiento neural y, por tanto, de sustancia P, facilitando la
hiperinervación sensitiva nociceptiva en el lugar de la inserción.
Según este modelo,
cuando existe una lesión en el tendón por degeneración, las células dañadas
liberan sustancias químicas tóxicas que impactan sobre las células vecinas.
Etiología de las
tendinopatías
El origen de las
lesiones tendinosas tiene una relación directa con el tipo de fuerza que actúa
sobre el tendón.
Las lesiones
tendinosas son producidas principalmente por fuerzas de compresión, fuerzas de
rozamiento o fricción, fuerzas de tracción, o por diferentes estímulos de leve
intensidad aplicados de forma repetitiva. Es por ello que estas lesiones pueden
tener su origen en factores internos o inherentes al propio individuo, se
encuentren o no en la propia estructura del tendón, o en factores externos o
extrínsecos, entre los que podemos encontrar el entrenamiento, el calzado o la
superficie de juego.
FACTORES DE RIESGO
Factores intrínsecos
Diversos estudios hacen
referencia a la isquemia como la principal causa de tendinopatía18,19. Esta
situación se produce cuando el tendón es sometido a carga máxima o está
comprimido por una prominencia ósea.
Las alteraciones
biomecánicas, como factor lesional del tendón, son frecuentes. El problema más
común es la hiperpronación del
pie dada por problemas anatómicos, como antepié en valgo, laxitud ligamentosa
del pie medio o debilidad del tríceps sural.
Otras alteraciones
biomecánicas que son determinantes es la aparición de tendinopatías son la
torsión tibial lateral, la tibia en varo, el pie cavo y la disimetría de
miembros inferiores16. En este último caso, la mayoría de los autores apuntan
que cuando estas son superiores a 1,5 cm deben ser consideradas como factor de
riesgo, si bien es cierto que en deportistas de alto nivel se debe corregir
este defecto biomecánico por encima de 0,5 cm de diferencia entre un miembro y
otro.
También hay que
mencionar el componente activo de nuestro cuerpo. El desequilibrio de
importantes grupos
musculares agonistas
y antagonistas o el tipo de trabajo o entrenamiento son factores que también
predisponen, en algunos casos, a sufrir lesiones tendinosas.
Finalmente, el sexo
también se considera un factor predisponente, y el femenino es el más proclive
a sufrir tendinopatías.
Este extremo puede
venir dado por la menor capacidad de la mujer y de su sistema musculotendinoso
para absorber impactos repetidos, unidos a desajustes hormonales y carencias
nutricionales. Por otro lado, el sobrepeso es también un factor de riesgo
intrínseco de sufrir tendinopatías.
Factores extrínsecos
Destacamos como causa
principal una indebida planificación de los entrenamientos o una atención
incorrecta a los criterios de progresión. Así, el aumento excesivo de los tiempos
de trabajo, los entrenamientos en superficies muy duras, los cambios
sistemáticos de superficie, la disminución de los periodos de descanso, etc.,
son causa muchas veces de la aparición de lesiones tendinosas. Precisamente el
tipo de superficie de entrenamiento juega un papel considerable dada su
capacidad de absorber el impacto del pie contra el suelo. Así, resulta muy
significativo un estudio realizado por Fernández-Palazzi (1990) sobre la
aparición de tendinopatía aquilea en bailarinas, que observó que en el 4% de
los casos la superficie de trabajo es madera, en el 23% sintética y en el 45%
cemento, superficies clasificadas de mayor a menor capacidad de absorción.
Otro aspecto
destacable es la falta de aclimatación (el paso de un ambiente frío a uno caluroso
o la cantidad de humedad relativa) que hace que el individuo no regule bien la
pérdida de agua y otros minerales, con incidencia directa sobre el colágeno. No
existe evidencia científica de estas adaptaciones provocadas por la falta de
aclimatación.
En definitiva,
podemos observar muchos condicionantes que influyen en la lesionabilidad de un
tendón, lo que aconseja hacer un análisis biomecánico de la disciplina
deportiva, un estudio de los antecedentes y condicionantes que tienen los
deportistas así como de los factores externos que, aunque algunos no se puedan
controlar, permiten reducir sus influencias sobre los jugadores.
DIAGNOSTICO
Una profunda y
detallada exploración física combinada con la ecografía y la RM (aunque la
especificidad de esta no es total) o la biopsia, nos ayudarán a establecer un
diagnóstico correcto.
Normalmente la
exploración física nos muestra un área del tendón más sensible y con dolor
durante la actividad de carga, generalmente acentuada a 30 grados de flexión.
Asimismo, observamos
con mucha frecuencia una pérdida de volumen y fuerza muscular causada por la
inhibición refleja (mecanismo de protección del dolor), sobre todo del
cuádriceps pero también en cierta medida de los isquiotibiales.
En la práctica
deportiva la limitación funcional es considerable, dependiendo del nivel de
afectación de las fibras de colágeno.
La rigidez articular
será un signo clínico a tener en cuenta, dado que esta se produce cuando la
articulación se
defiende del dolor o
de la poca masa muscular protectora, sobre todo en carga. El derrame sinovial
no es un signo guía para el diagnóstico, pero su aparición es de vital
importancia para descartar otras lesiones como una hoffitis, un síndrome femoropatelar
o lesiones condrales, sobre todo en el cartílago patelar.
Tendinistis del Hombro |
Una buena anamnesis y
la identificación de los condicionantes biotipológicos/morfológicos comportarán
la detección de los factores de riesgo fundamentales y, consecuentemente, la
aportación de medidas terapéuticas y preventivas.
En la actualidad, la
escala Victorian Institute Sports Assessorement (en adelante VISA) nos
permite evaluar clínicamente las tendinopatías rotulianas y las tendinopatías
aquileas (VISA-A) y nos da información sobre la severidad sintomática y la
capacidad deportiva y funcional del deportista valorado. A pesar de que la
VISA-A ha sido traducida y validada en diferentes idiomas, actualmente no se
encuentra validada en español.
Epitrocleitis |
El uso de la
ecografía y el doppler está considerado un método fiable para estudiar la
estructura del tendón, ya que permite identificar una neovascularización dentro
y fuera del área con cambios estructurales del tendón (únicamente en tendones
con tendinosis y no en tendones normales).
Con el uso de
biopsias a nivel de tendón se han encontrado neuropéptidos, lo que indica no
una inflamación química (por prostaglandina E2), sino una inflamación
neurogénica vía neuropéptidos como la sustancia P. De todos modos, la
dificultad o la excesiva agresividad para hacer una biopsia sobre el tendón
hacen que quede en segundo plano en cuanto a metodología de estudio.
PRUEBAS COMPLEMENTARIAS
Radiología simple
Aunque no es una
prueba vital para evaluar las estructuras tendinosas, la radiología simple
puede ayudar a excluir otra patología como tumores óseos que se manifiesten
clínicamente como lesiones tendinosas o calcificaciones de partes blandas. En
los esqueletos inmaduros nos permitirán visualizar avulsiones apofisarias38. Es
utilizada para la detección de factores predisponentes: calcificaciones
intratendinosas, posición de la rótula, existencia de Osgood-Schlatter, huesos
trigonum, exostosis calcánea, etc.
Ecografía
Es la prueba más
utilizada en la actualidad tanto por su fiabilidad como por la facilidad para
realizarla. La ecografía aporta una buena imagen del estado de las fibras de
colágeno, así como los vasos nuevos que hay alrededor del tendón. Una de las
claves de la ecografía es que es una exploración dinámica que permite
complementar la exploración clínica. Aporta, pues, información trascendente de
la funcionalidad del tendón. La ecografía de los tendones requiere experiencia
y es dependiente del operador (tanto la RM como la ecografía son dependientes
del operador).
Resonancia Magnética
La RM es hoy menos
utilizada que la ecografía, a pesar de que nos proporciona imágenes con
información considerable.
Aporta asimismo datos
sobre el estado de otras estructuras articulares y es vital en el diagnóstico
diferencial. La principal ventaja de la RM frente a la ecografía es que
proporciona una visión reproducible del área de estudio en múltiples planos;
asimismo, permite descartar otras patologías de origen no tendinoso.
Actualmente la RM, en
carga y dinámica, es una prueba de elección para la valoración de la
tendinopatía.
Tomografía Computarizada
El papel de la
tomografía computarizada (TC) en el diagnóstico por la imagen del tendón es muy
limitado. Tanto la RM como la ecografía permiten una mejor visualización sin
exponer al paciente a radiaciones ionizantes.
TRATAMIENTO MEDICO
Se han descrito
numerosos tipos de tratamiento en el manejo conservador de la patología
tendinosa. Lamentablemente, muy pocos han demostrado una base científica
importante, a excepción del trabajo excéntrico.
Tratamientos
farmacológicos y biológicos
Antiinflamatorios no
esteroideos
El papel de los
antiinflamatorios no esteroideos (AINE) en las tendinopatías es
controvertido. Los AINE inhiben la actividad de la ciclooxigenasa,
provocando una reducción de la síntesis de prostaglandinas proinflamatorias.
Adicionalmente, se postula que tienen un efecto analgésico, posiblemente
independiente de la acción antiinflamatoria.
En el caso de las
tendinopatías agudas se debate si bloquear la respuesta inflamatoria inmediata
es útil o no, pues irónicamente el efecto analgésico permitiría a los pacientes
obviar los síntomas iniciales, permitiendo la evolución latente del cuadro,
dificultando el proceso de reparación y favoreciendo la cronificación.
Actualmente la evidencia demuestra que los AINE no previenen la degradación del
colágeno ni la pérdida de las fuerzas tensiles de los tendones en patología
tendinosa aguda, pero como sucede en muchas ocasiones, estos hallazgos no son
universales.
Así pues, en los
cuadros agudos no asociados a bursitis, tenosinovitis o cualquier patología
inflamatoria acompañante parece indicado el tratamiento con paracetamol en
lugar de AINE.
Respecto a la
tendinopatía crónica, el papel de los AINE es igualmente incierto. La
literatura sugiere que la tendinopatía crónica no presenta reacción
inflamatoria, más allá de bursitis o sinovitis asociadas, por lo que no
existe un fundamento racional para el uso de los AINE41 en este tipo de
patología cuando no se encuentra asociada a procesos inflamatorios
concurrentes.
Tendinitis Rotuliana |
En nuestra
experiencia, tanto en patología aguda como crónica, el uso de AINE durante un
período corto de tiempo (hasta 7 días) permite alcanzar un nivel de analgesia
que facilita el inicio efectivo de tratamientos que sí se han mostrado eficaces
en la modificación de la patología a largo plazo, como el trabajo excéntrico.
Sin embargo, debemos tener en cuenta que es una medicación no exenta de riesgos
médicos potencialmente serios (gastrointestinales, renales y cardiovasculares),
por lo que su uso racional debe fundamentarse en una adecuada anamnesis, exploración
física y correcto diagnóstico médico.
Corticoides
Las inyecciones de
corticoides han sido, y son, administradas con frecuencia en el tratamiento de
las tendinopatías.
Sin embargo, no se
trata de una técnica carente de efectos no deseados, tantos locales (atrofia
dérmica, necrosis grasa, hipopigmentación, aumento de la sintomatología
postinyección, infección) como sistémicos (hiperglucemia transitoria,
leucocitosis).
Asimismo, parece que
es posible que la integridad mecánica del tendón pueda verse afectada.
Las revisiones
sistemáticas publicadas sobre el efecto de las infiltraciones de corticoides en
epicondilitis y en la tendinopatía del manguito rotador han confirmado el
efecto inicial beneficioso (3 semanas) pero no demuestran beneficios en cuanto
a los resultados a largo plazo y/o índices de recaída.
Se han descrito
roturas tendinosas tras infiltraciones de corticoides, en particular en el
tendón de Aquiles. A pesar de que los estudios sugieren que los corticoides
reducen la fuerza tensil del tendón, favoreciendo teóricamente la ruptura,
estos hallazgos han sido cuestionados por diversos autores al no existir
estudios controlados.
No existe
bibliografía en la actualidad que pueda proteger el uso sistemático de
corticoides en la patología tendinosa, por lo que su correcta indicación recae
en una cuidadosa valoración clínica médica, racional e individualizada para
cada caso.
Heparina
La heparina es un
glucosaminoglucano formado por la unión de ácido-D-glucurónico y D-glucosamina.
Se encuentra naturalmente en pulmones, hígado, piel y en los mastocitos. Es un
anticoagulante bien caracterizado y tiene efectos profilácticos y terapéuticos
en las trombosis arteriales y venosas.
Teóricamente la
heparina en la patología tendinosa, y particularmente en la patología aguda,
podría ayudar a
reducir las
adhesiones y los trasudados de fibrina.
Williams (1986)
observaron, en un modelo de tendinopatía crónica aquilea en conejos tratados
con heparina, que la orientación de las fibras de colágeno había mejorado,
mientras que la celularidad y la neovascularización habían disminuido. (2001)
estudiaron el efecto de la heparina en un modelo de tendinopatía aquilea
crónica en ratas. En este estudio, sin embargo, la heparina parecía tener un
efecto degenerativo, sin evitar el proceso degenerativo del mismo. No hay
evidencia científica suficiente que justifique el uso de esta terapia de forma
sistemática.
Dextrosa
La dextrosa
hiperosmolar ha sido utilizada durante años como parte de los tratamientos de
proloterapia para el dolor musculoesquelético crónico. La proloterapia es una técnica
en la que una pequeña cantidad de una solución irritante es inyectada en torno
a la inserción del tendón o ligamento. Se especula que la dextrosa provoca una respuesta
proliferativa celular debido a la mayor osmolaridad de la solución respecto al
tejido intersticial50, induciendo un proceso inflamatorio que facilitaría la
producción de factores de crecimiento y favoreciendo la proliferación de
fibroblastos, e incrementando la producción de matriz extracelular. En el
ámbito de las tendinopatías se han publicado series de tendinopatía del aductor
en jugadores de fútbol y rugby, tendinopatía rotuliana y aquilea, tratados satisfactoriamente
mediante proloterapia.
Proloterapia con
glucosa/ropivacaína/lidocaína
La proloterapia es
una técnica en la que una pequeña cantidad de una solución irritante es
inyectada en torno a la inserción del tendón o ligamento. Recientemente se ha
publicado un estudio aleatorizado en el que se comparó la efectividad del trabajo
excéntrico, con la aplicación de una combinación de glucosa, ropivacaína,
lidocaína, mediante proloterapia, y la combinación de ambas (trabajo excéntrico
más proloterapia), en pacientes con tendinopatía aquilea no insercional. La
proloterapia, y especialmente la proloterapia combinada con el trabajo
excéntrico, provocaron una mejoría clínica más rápida que el trabajo excéntrico
aislado, aunque los resultados a los 12 meses, valorados mediante VISA-A,
fueron similares en ambos casos.
Como en la mayoría de
los tratamientos conservadores de la patología tendinosa, se precisan más
estudios para evaluar su eficacia.
Polidocanol
Hoksrud (2006)
sostienen que el origen del dolor en la tendinopatía aquilea crónica está
relacionado con la
neovascularización.
La esclerosis con polidocanol se mostró efectiva en la reducción del dolor al,
presumiblemente, disminuir la neovascularización y la inervación sensitiva que
la acompaña.
Estos hallazgos
hicieron crecer la hipótesis de que los vasos y los nervios de alrededor eran
los responsables del dolor en las zonas con tendinosis. Para confirmar este
extremo se hicieron diferentes estudios y experimentos utilizando pequeños
volúmenes de un agente esclerosante de vasos fuera del tendón (polidocanol),
observándose los resultados que, tanto a corto como a largo plazo, fueron
positivos.
El período estipulado
necesario de rehabilitación tras recibir una infiltración de agente
esclerosante incluye de 1 a 3 días de reposo. No será hasta pasadas 2 semanas
que se podrá aplicar la máxima carga a nivel del tendón.
Trinitrato de
glicerol
Recientemente se han
publicado algunos trabajos de patología tendinosa aquilea, extensora del
antebrazo y tendón del supraespinoso. Al compararlo con el grupo control se
observó mejoría en la patología del miembro superior con el uso del trinitrato
de glicerol. El mecanismo de acción resulta incierto, aunque los autores
especulan con un incremento de la vascularización por vasodilatación.
Glucosaminoglucanos
polisulfatados
En la literatura se
ha descrito mejoría en la patología del tendón de Aquiles en humanos y del
tendón flexor digital superficial en caballos, tras el tratamiento con
glucosaminoglucanos polisulfatados (GAGPS). En el estudio realizado en humanos
se comparó GAGPS con indometacina oral. En el seguimiento a un año el 66% del
grupo GAGPS presentó una buena respuesta, frente al 33% del grupo de
indometacina. Entre otros aspectos metodológicos, como la ausencia de grupo
control, el estudio se limitó a la evaluación de la patología peritendinosa.
Para la recomendación de este tratamiento se necesitan más datos.
Factores de
crecimiento autólogos (plasma rico en plaquetas)
El uso de factores de
crecimiento autólogos ha levantado, en los últimos años, una gran expectativa
ante los aparentes buenos resultados clínicos obtenidos. Se cree que pueden
favorecer el proceso de cicatrización mediante la regeneración del colágeno y
el estímulo de una angiogénesis bien ordenada.
Los factores pueden
ser administrados en forma de sangre autóloga o plasma rico en plaquetas (PRP).
Edwards describie el uso de
infiltraciones de sangre autóloga en epicondilitis crónicas, con buen
resultado. Sin embargo, una reciente revisión sistemática respecto a su uso en
patología aquilea crónica muestra una fuerte evidencia de que las
infiltraciones de sangre autóloga no mejoran el dolor o la función.
Células madre (steam
cells)
Existe en la
actualidad gran interés investigador en el papel que pueden jugar las células
madre en el tratamiento de las lesiones tendinosas. Existen 2 tipos
fundamentales de células madre: «embrionarias» (pluripotenciales, aunque la
investigación está restringida por motivos éticos) y «posnatales.
Las células madre
posnatales se subdividen en células madre hematopoyéticas y células madre
mesenquimales. La células madre mesenquimales tienen la capacidad de
diferenciarse en numerosas células incluyendo tenocitos, condrocitos y
fibroblastos. Es por eso que presentan un potencial interesante como
alternativa futura de tratamiento.
Las células madre
mesenquimales han demostrado ser capaces de promover la cicatrización del
tendón en modelos animales de lesión tendinosa aguda40,58. En esta técnica, las
células madre se obtuvieron de la médula ósea y fueron implantadas bajo control
ecográfico en el cuerpo de la lesión tendinosa. No se han publicado estudios de
los resultados a largo plazo, pero los resultados a corto plazo resultan
esperanzadores.
Inyecciones de
grandes volúmenes guiadas por imagen
En los últimos años
se ha descrito la inyección de volúmenes de entre 20 y 50 ml de una combinación
de bupivacaína, hidrocortisona y suero salino como tratamiento de diferentes
tendinopatías. Tanto en la patología aquilea como rotuliana, los autores
sugieren que la inyección de estos volúmenes produce un «efecto mecánico local»
que destruye la neovascularización, dañando también la inervación acompañante
tanto por traumatismo directo como por isquemia; lo que provoca una mejoría
inmediata del paciente y permite iniciar el trabajo excéntrico.
El período estipulado
necesario de rehabilitación tras recibir una infiltración con grandes volúmenes
incluye de 1 a 3 días de reposo. No será hasta la segunda semana que se podrá
aplicar la máxima carga a nivel del tendón.
Actualmente, esta
técnica puede considerarse una técnica experimental por 2 razones: el
procedimiento es técnicamente demandante y no se han publicado estudios
aleatorizados controlados.
Tratamiento
rehabilitador
Crioterapia
El uso de la
crioterapia en la lesión aguda del tendón es una práctica habitual40. Ordinariamente
se aplica en forma de bolsas de hielo (picado), bolsas de hielo químicas, baños
de hielo (whirlpool, baños de contraste) y masajes con hielo.
Sin embargo, como
ocurre en muchas de las terapias utilizadas, hay pocos trabajos que hayan
analizado, desde la perspectiva científica, su utilidad real40,61. Se cree que
el frío reduce el flujo sanguíneo tisular, el dolor, la velocidad de conducción
nerviosa, la tasa metabólica del tendón y, por lo tanto, el edema y la
inflamación en la lesión aguda. El principal beneficio se postula que pudiera
ser la analgesia, que puede justificar su popularidad.
Calor
Al igual que la
crioterapia, es otro tratamiento de uso común en la patología tendinosa40.
Clásicamente se separa en 2 categorías: superficial y profundo. Dentro de la
superficial se incluyen hot pack, lámparas de infrarrojos, whirlpool,
baños de parafina y sueroterapia. En la modalidad de calor profundo se
incluyen el ultrasonido y la diatermia.
El ultrasonido tiene
un efecto térmico en los tejidos, provocando un calentamiento local, aunque
este puede ser atenuado si se utiliza de forma pulsada (intermitente). A pesar
de la popularidad del ultrasonido, hay pocas evidencias científicas que
justifiquen su uso.
Hay 3 tipos de
diatermia: onda larga, onda corta y microondas. El uso de la onda larga (longwave)
no tiene utilidad clínica en la actualidad, debido al riesgo de quemaduras.
Respecto a la onda corta y microondas, no existe en la literatura ningún
trabajo que describa impacto alguno en el proceso reparador del tendón.
Láser
Algunos autores han
preconizado el uso de láser «frío» de baja intensidad en el tratamiento de las
tendinopatías. Sin embargo, los resultados son contradictorios y, por tanto, no
se puede recomendar el láser hasta que nuevas evidencias clarifiquen su papel.
Terapia manual
Algunas terapias
manuales gozan de popularidad en el tratamiento de las lesiones tendinosas. Las
dos más comunes son el masaje transverso profundo (popularizado por Cyriax) y
la movilización de partes blandas.
El masaje transverso
profundo ha sido objeto de revisión por parte de la Cochrane. Solo se
encontraron 2 trabajos aleatorizados de suficiente calidad como para ser
incluidos:
El tratamiento de
tendinopatías del extensor radial del carpo (epicondilitis)
El tratamiento del
síndrome de fricción de la cintilla de Maissiat (ileotibial).
En ninguno de ellos
el masaje transverso profundo mostró beneficio sobre el grupo control respecto
al dolor, fuerza o funcionalidad, aunque las conclusiones fueron limitadas por
el pequeño tamaño muestral.
La movilización de
partes blandas consiste en la movilización vía masaje del área alrededor del
tendón que estimularía un aporte sanguíneo en la área próxima a la lesión,
favoreciendo así la cicatrización del tendón. En cualquier caso, no existen
estudios que puedan justificar el uso de esta técnica.
Ortesis
El uso de taloneras
es un tratamiento frecuentemente utilizado como adyuvante en la patología
tendinosa del Aquiles. Existe solo un artículo aleatorizado. No se observaron
diferencias entre el uso de taloneras y el grupo que no las usó, ni a los 10
días ni a los 2 meses.
En la epicondilitis,
el uso de ortesis fue motivo de una revisión Cochrane que incluyó 5 trabajos
aleatorizados, pero las evidencias son insuficientes para justificar su uso.
En la tendinopatía
del tendón tibial posterior se ha recomendado el uso de un soporte del arco
longitudinal medial del pie. No existen estudios controlados al respecto.