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lunes, 27 de julio de 2015

ALTERACIONES MENSTRUALES




ALTERACIONES MENSTRUALES
Americo Ramón Perez


EL CICLO MENSTRUAL

El ciclo menstrual comienza con la menarquia (primera menstruación de una mujer), se mantiene durante la edad reproductiva y cesa con la menopausia. El ciclo normal depende de la secreción hormonal del ovario y del eje hipotálamo-hipófisis.

La anovulación es frecuente en las niñas de edad ginecológica joven (primeros años de la menarquia) debido a la inmadurez innata del eje hipotálamo-hipófisis. Al aumentar la edad ginecológica, este eje madura y se establece un patrón regular que se mantiene durante la mayor parte de la vida reproductora de una mujer. Los ciclos menstruales se acortan en los últimos años reproductores y terminan siendo esporádicos en los años previos a la menopausia. Por último deja de producirse la ovulación provocando la menopausia cuando los ciclos menstruales desaparecen totalmente.

Patrones hormonales responsables del ciclo menstrual normal
Los ciclos ovulatorios comienzan a producirse cuando madura el eje hipotálamo-hipófisis y los mecanismos de retroinhibición empiezan a funcionar de forma eficaz.
El ciclo ovárico puede dividirse en dos fases: folicular y lútea, cada una con cambios histológicos característicos y niveles hormonales resultantes que causan cambios en el endometrio.

En la fase folicular del ciclo el endometrio está en la fase proliferativa, y durante la fase lútea, el endometrio empieza a segregar, con glándulas bien desarrolladas y un apoyo estromal maduro.
Durante la fase folicular la FSH estimula el reclutamiento de varios folículos ováricos que van segregando estrógenos de forma que su nivel es mínimos al principio del ciclo y va aumentando. En esta fase la decidua basal crece dando lugar a la decidua funcional. Los mecanismos de autorregulación hormonal fomentan el desarrollo ordenado de un solo folículo dominante. Hacia el final de la fase folicular, el aumento de los niveles de estrógenos ofrece una retroinhibición de la secreción de FSH, mientras que, por el contrario, produce un pico de LH que dará lugar a la ovulación 24-36 horas después.
Los niveles de progesterona son bajos durante la fase folicular (menos de 3 ng/ml), pero tras la ovulación se produce progesterona en el cuerpo lúteo.
La progesterona provoca el desarrollo de un endometrio secretor. Finalmente el cuerpo lúteo se atrofia y los niveles de estrógenos y progesterona disminuyen produciendo un espasmo de las arterias espirales que provoca isquemia endometrial. La liberación de enzimas proteolíticas y la descomposición de los lisosomas fomentan la posterior degradación de los tejidos, y toda la capa funcional del endometrio se desprende eficientemente en el flujo menstrual.
 
Aunque se producen prostaglandinas durante todo el ciclo, el aumento hasta niveles máximos en el momento de la menstruación es un potente vasoconstrictor de las arteriolas espirales y provoca las contracciones del miometrio (ésta es la etiología de la dismenorrea primaria).

Menarquia y primeros años
Los ciclos anovulatorios son habituales en las niñas de edad ginecológica joven. Los primeros ciclos suelen ser bastante irregulares debido a la inmadurez del eje hipotálamo hipófisis. Al menos la mitad de los ciclos menstruales son anovulatorios en el primer año ginecológico. En un ciclo anovulatorio los impulsos pulsátiles de GnRH provocan la liberación pulsátil de FSH de la hipófisis, que actúa sobre los folículos ováricos produciéndose estrógenos. Debido a que el mecanismo de retroactivación de los estrógenos aún no ha madurado, no tiene lugar el pico de LH a mitad del ciclo, por lo que no se produce ovulación.
Al no haber ovulación no se forma el cuerpo lúteo y no se produce progesterona. El endometrio llega a una mayor altura por la influencia estrogénica y tiene poco soporte estructural. Histológicamente, el revestimiento muestra una intensa vascularidad, glandularidad continua y poca matriz estromal. Puesto que este tejido es relativamente frágil, sufrirá una ruptura superficial espontánea y una hemorragia, que dará lugar al flujo menstrual. La frágil estructura de este endometrio se desprende esporádicamente y de forma
no uniforme, provocando intervalos variables. Las molestias menstruales se relacionan de forma característica con los ciclos ovulatorios y normalmente están ausentes en las hemorragias anovulatorias.
A medida que madura el eje hipotálamo-hipófisis, los ciclos anovulatorios dan paso a los ovulatorios, apareciendo ciclos, por tanto, más regulares. En las adolescentes con ciclos ligeramente irregulares en los dos primeros años de menarquia y que no tengan anemia, puede que todo lo que necesiten es que las tranquilicen. Sin embargo, en las adolescentes con ciclos inferiores a 21 días, duración de la menstruación superior a 7 días o hemorragias intensas, se debe buscar la causa subyacente (embarazo, trastorno de la coagulación…).
Los ciclos de más de 90 días son infrecuentes y pueden indicar enfermedad (trastornos alimentarios, insuficiencia ovárica prematura…). La causa más frecuente de oligomenorrea y amenorrea en adolescentes es el síndrome de ovario poliquístico.

Edad reproductora madura
En la edad reproductora suele estar establecido un patrón normal de ovulación. La menstruación normal dura entre 4 y 7 días, provoca una pérdida de sangre de unos 30 ml y la mayoría de los ciclos duran entre 21 y 25 días. La fase folicular varía de una persona a otra y puede ser tan breve como 7 días y tan larga como 21. La fase lútea normal tiene una duración fija de unos 14 días.
 
Las alteraciones más frecuentes del ciclo menstrual son:
· Amenorrea. Ausencia o interrupción de la menstruación. Puede ser primaria (no se ha producido a los 14-16 años) o secundaria (ausencia de regla 6 meses o lo equivalente a 3 ciclos normales).
· Hipermenorrea: hemorragia uterina excesiva en cantidad, con duración del ciclo y de los días de menstruación dentro de lo normal.
· Hipomenorrea: poca cantidad, siendo la duración del ciclo normal y de los días de menstruación normal o menor.
· Menometrorragia: hemorragia excesiva durante la menstruación y a intervalos irregulares.
· Menorragia: cantidad excesiva a intervalos regulares.
· Metrorragia: episodios de hemorragias irregulares.
· Opsomenorrea: flujo menstrual infrecuente (ciclos de más de 35 días).
· Proiomenorrea: flujo menstrual anormalmente frecuente (ciclos de menos de 21 días).
· Oligomenorrea: pocos días de menstruación, hemorragia en cantidad normal.

· Polimenorrea: duración excesiva de los días de menstruación, aunque en cantidad normal. 


MENOPAUSIA
Cuando se acerca la menopausia los ciclos comienzan a tener una duración variable e irregular. Además se va produciendo una elevación de los niveles de FSH. La menopausia se establece cuando la mujer lleva un año de amenorrea. La edad media en que esto ocurre está entre los 50 y 52 años, aunque las alteraciones del ciclo suelen comenzar alrededor de los 47 años y son variables. En algunas mujeres los ciclos regulares pueden llegar hasta la menopausia y que los periodos cesen de forma brusca. En otras, la duración del ciclo puede ser variable, con algunos ovulatorios y otros anovulatorios. Los ciclos se pueden reducir por acortamiento de la fase folicular o alargarse debido a una ausencia de ovulación.
La hemorragia postmenopaúsica es por definición anómala y sus causas incluyen neoplasias del aparato genital, atrofia endometrial, alteraciones estructurales y estimulación endometrial yatrógena, secundaria a terapias hormonales.

ALTERACIONES MENSTRUALES POR EXCESO
Englobarían las mencionadas anteriormente:
- Hipermenorrea
- Metrorragia
- Menorragia
- Menometrorragia
- Polimenorrea
Algunas de las causas que dan lugar a este tipo de alteraciones menstruales son comunes en los diferentes periodos de la vida de la mujer. Sin embargo, existen diferencias  etiopatogénicas en los diferentes períodos que es preciso analizar por la repercusión que tienen en la orientación diagnóstica de cada caso.
Genéricamente, pueden dividirse en dos grandes grupos: causas de origen orgánico y causas funcionales.

Causas orgánicas
1. Relacionados con la gestación
- Embarazo ectópico
- Amenaza de aborto
- Embarazo molar

2. Endocrinopatías:
- Cushing
- Hipotiroidismo
- Hiperplasia suprarrenal congénita
- Tumores secretores de andrógenos

3. Alteraciones de la coagulación
- Púrpura Trombocitopénica Idiopática
- Enfermedad de Von Willebrand
- Enfermedad de Glanzman
- Anemia de Fanconi
- Talasemia
- Leucemia
4. Iatrogenia
- Cosméticos
- Anabolizantes
- Contraceptivos
- Hormonas esteroideas

5. Tumores de Ovario
- Tecomas
- Tumores de la granulosa

6. Traumas (se incluyen abusos sexuales)

7. Infecciones

8. Alteraciones del tracto genital
- Leiomiomas
- Endometriosis
- Anomalías congénitas
- Pólipos cervicales

Causas funcionales
Son las denominadas hemorragias uterinas disfuncionales (HUD), que afectan a un 10-15% de todas las mujeres que acuden a consulta, aunque el diagnóstico es más común en las adolescentes.

Atendiendo a su etiología pueden clasificarse en:
1. Anovulatorias
La hemorragia se produce como consecuencia de un estímulo prolongado de los estrógenos sobre el endometrio, en ausencia de progesterona. Ésta es la causa más frecuente durante la adolescencia, siendo su principal manifestación clínica la menorragia.

2. Ovulatorias
La hemorragia es causada, generalmente, por una insuficiencia del cuerpo lúteo. La producción reducida de estrógenos y progesterona durante la segunda mitad del ciclo, condiciona también una duración de éste anormalmente corta. Suele manifestarse como acortamiento del ciclo o proiomenorrea, precedido o no por un pequeño sangrado premenstrual (spotting).
Las causas orgánicas son las más frecuentes en la etapa de madurez reproductiva (75%) y en la postmenopausia (100%), mientras que las funcionales predominan durante la adolescencia y el periodo premenopáusico (75%).
Durante la etapa prepuberal, las causas orgánicas más frecuentes son: las lesiones vulvovaginales, la presencia de cuerpos extraños en la vagina, la pubertad precoz y la existencia de algunos tumores raros, pero muy específicos de esta etapa de la vida.
Las HUD de las adolescentes secundarias a una insuficiencia de cuerpo lúteo son mucho menos frecuentes y suelen aparecer en una fase de la adolescencia más tardía que las causadas por los ciclos anovulatorios. A diferencia de lo que ocurre en la adolescencia, en la etapa reproductiva, las alteraciones funcionales se deben con más frecuencia, al igual que en la premenopausia, a una insuficiencia del cuerpo lúteo que condiciona un descenso precoz de los niveles de estrógenos y progesterona, induciendo un adelanto de la menstruación.

En la HUD es importante plantearse hasta dónde llega la fisiología y dónde comienza la patología. Esto dependerá siempre del impacto que tenga el sangrado para la mujer tanto a nivel sistémico como de calidad de vida.
En conjunto, las alteraciones menstruales por exceso, sean de causa funcional u orgánica, constituyen un problema frecuente para la mujer en general y para las adolescentes en particular, hasta el punto de que las mujeres presentan alguna alteración al menos una vez en su vida y muchas otras las tendrán presentes por diferentes etiologías, en cada una de las etapas de su vida.

Orientación diagnóstica
Será necesario realizar una anamnesis completa donde además de precisar con detalle las características del sangrado (intensidad, duración, cronología, relación o no con el ciclo o con el coito…), interesa ahondar en los antecedentes familiares, especialmente en los de cáncer de ovario y mama, en la conducta sexual (relaciones de riesgo para ETS…) y en los tratamientos hormonales.
Si llegamos a la conclusión de que se trata de una hemorragia acíclica, la causa probablemente será de tipo orgánico y dependiendo de la edad, los diagnósticos más probables serán:
- prepuberal: cuerpo extraño o vulvovaginitis
- adolescente: gestación o alteraciones de la coagulación
- madurez y premenopausia: gestación, patología tumoral benigna o patología tiroidea
- postmenopaúsica: patología endometrial.

La inspección de los genitales externos y de la vagina y el cérvix junto con la palpación abdominal pueden ser elementos muy útiles en el diagnóstico diferencial. Es conveniente asociar a las anteriores la palpación mamaria, la del tiroides y de los genitales internos.
Pueden ser necesarias pruebas y exploraciones complementarias dependiendo de cada caso:
- determinaciones analíticas: test de gestación, hemograma, pruebas de coagulación, analítica hormonal (incluyendo función tiroidea), etc.
- ecografía, biopsia endometrial, histeroscopia (estas dos últimas no recomendadas en adolescentes)

Tratamiento de las alteraciones por exceso
El enfoque terapéutico depende de la intensidad y de la evolución del cuadro. Si se trata de una hemorragia aguda intensa, el cuadro debe considerarse una urgencia, exigiendo en muchos casos la hospitalización de la paciente y el legrado hemostático en casos que no cedan al tratamiento médico.
Cuando la causa es orgánica, el tratamiento será el específico para cada causa.

En los casos de HDU hay varias opciones terapeúticas:
Episodio agudo
- Estrógenos
- Anticonceptivos orales
Mantenimiento
- Anticonceptivos orales
- Gestágenos
- Ácido tranexámico

ESTRÓGENOS
De primera elección en episodios de sangrado agudo. Favorecen el desarrollo endometrial cubriendo la superficie epitelial denudada y actúan sobre la coagulación aumentando la producción de fibrinógeno, factor V y IX y la agregación plaquetaria. Son eficaces en más del 70% de los casos.
Clásicamente se han empleado los estrógenos equinos (Premarin®) y el etinilestradiol inyectable, pero hoy en día estos productos están retirados del mercado y han sido reemplazados por los anticonceptivos orales. Éstos se pueden usar según distintas pautas, un ejemplo: 3 - 4 comprimidos diarios durante 10 días consecutivos.
Una vez interrumpido el efecto hormonal se producirá una hemorragia por deprivación a partir de la cual se procederá al control de los siguientes 3 6 ciclos con anticonceptivos orales según su pauta normal.
En mujeres premenopáusicas o con factores de riesgo (trombofilias, fumadoras mayores de 35 años, etc.) estos tratamientos no serán de primera elección, siendo preferible el uso de alternativas como gestágenos solos, ácido tranexámico, etc.
 
GESTÁGENOS
Sobre todo se utilizan como mantenimiento en menorragias levesmoderadas o posterior a una hemorragia aguda que ha sido controlada.

Su administración cíclica puede usarse para contrarrestar el efecto que ocasiona sobre el endometrio el exceso de estrógenos en las HUD anovulatorias.
- Noretisterona 5 mg cada 8 horas desde el 2º hasta el 25 día del ciclo, 3 ciclos consecutivos.
- Dihidrogesterona: 10-20 mg diarios desde el 12 hasta el 25 día del ciclo.
- Progesterona natural micronizada: 100-200 mg vía oral o vaginal del 14 al 26 día del ciclo.
- Sistema de liberación intrauterina de levonorgestrel: dispositivo de plástico con 52 mg de levonorgestrel con tasa de liberación diaria de 20 mcg directamente en la cavidad uterina durante 5 años.

Otros gestágenos como el acetato de medroxiprogesterona o el implante de etonogestrel no son susceptibles del tratamiento de las menorragias como consecuencia de las alteraciones del patrón de sangrado que ocasionan.

DANAZOL, ANÁLOGOS GnRH, GESTRINONA
Eficaces para reducir la cantidad de sangrado menstrual, pero de uso limitado por sus efectos a largo plazo.

TRATAMIENTO NO HORMONAL
- AINEs: inhiben la secreción de prostaglandinas y aumentan el tromboxano A2 (vasoconstrictor). Son más efectivos que el placebo, pero menos que los antifibrinolíticos.
- Antifibrinolíticos: ácido tranexámico. Inhibe el paso de plasminógeno a plasmina ejerciendo un efecto hemostático y reduciendo el sangrado en más de un 50% de los casos.

ALTERACIONES MENSTRUALES POR DEFECTO
La oligomenorrea no tiene importancia clínica, así que en este grupo incluiremos sobre todo la opsomenorrea y las amenorreas primaria y secundaria.
La opsomenorrea comprende la aparición de 3 a 6 ciclos por año a intervalos mayores de 35 días. La amenorrea se define como ausencia o cese de sangre menstrual y es la manifestación clínica de varios trastornos.
La amenorrea primaria es la ausencia de periodos menstruales a los 14-16 años.
La amenorrea secundaria es la ausencia de 3 ciclos normales o ausencia de regla durante más de 6 meses habiendo tenido ciclos menstruales normales previamente.

Etiopatogenia
Podemos distinguir entre amenorreas centrales (hipotalámicas, hipofisarias y secundarias a hiperprolactinemia), amenorreas gonadales (disminución de la reserva folicular y fallo ovárico y secundarias a trastornos endocrinológicos (SOP)) y amenorreas genitales (patología orgánica uterina o vaginal). 


AMENORREA CENTRAL
Hipotalámica
- Déficit de GnRH (síndrome de Kallman…)
- Malformaciones hipotalámicas (Prader Willi, Lawrence Moon Bield)
- Lesiones destructivas del área hipotalámica (tumores, infecciones, etc.)
- Funcionales (pérdida de peso excesiva, psicógenas, etc.)

Hipofisaria
- Síndrome de silla turca vacía
- Adenoma hipofisario
- Hipofisitis linfocítica
- Lesiones postcirugía o postirradiación
- Síndrome de Sheehan

Hiperprolactinemias

AMENORREA GONADAL
Fallo ovárico
- Disgenesia gonadal
- Fallo ovárico precoz
- Ovario refractario
- Tumores ováricos
- Iatrogénicas (radiación, cirugía…)
SOP y otras endocrinopatías

AMENORREA GENITAL
Uterinas
- Síndrome de Asherman
- Agenesia uterina o cervical

Vaginales
- Síndrome de Morris
- Síndrome de Rokitansky
- Tabiques vaginales
- Hímen imperforado

Orientación diagnóstica
Es importante, como en el caso de los menorragias, una anamnesis y exploración completas (historia familiar, antecedentes personales, presencia dehirsutismo o acné, etc.).
Una vez descartado el embarazo, que es la causa más frecuente de amenorrea, habrá que hacer analíticas y exploraciones complementarias:
- Analítica hormonal
- Ecografía: permite valorar los genitales internos, presencia o ausencia de folículos, línea endometrial…
- Test progesterona: si es positivo se establece diagnóstico de anovulación. Si es negativo es preciso seguir el estudio.
- Test de estrógenos y gestágenos: si es positivo confirma la existencia de un tracto genital intacto y que se trata de un fallo del eje hipotálamohipófisis-ovario. Si es negativo se confirma que se trata de una amenorrea genital.
- Estudios de neuroimagen
- Cariotipo
- Etc.

Tratamiento de las alteraciones por defecto
AMENORREA PRIMARIA
Si está presente un cromosoma Y, la paciente requiere una gonadectomía para evitar la posibilidad de malignización. Además, la terapia hormonal sustitutiva con estrógenos es importante para evitar los efectos a largo plazo del hipoestrogenismo, a saber, la osteoporosis. Los suplementos de calcio también deben fomentarse.
Cuando se diagnostique agenesia de los conductos de Müller, debe comentarse la posibilidad de crear una neovagina. Puesto que dichas pacientes mantienen su función ovárica, no es necesaria la sustitución con estrógenos.
El síndrome de insensibilidad a los andrógenos no requiere la sustitución de estrógenos. Debe realizarse una gonadectomía, encontrando gónadas en el abdomen, pelvis, canal inguinal… Estas mujeres suelen presentar el desarrollo de una vagina en fondo de saco, pero requieren su dilatación para sentirse cómodas durante las relaciones sexuales.
La imperforación del hímen y el tabique vaginal transversal, provocan un dolor abdominopélvico cíclico por la obstrucción menstrual. Estas adolescentes requerirán la corrección quirúrgica para aliviar el dolor que acompaña a esta alteración.

El síndrome de Turner requiere una investigación más detenida con detección de posibles anomalías asociadas como alteraciones renales o tiroideas.

AMENORREA SECUNDARIA
- Síndrome de Asherman: normalmente se diagnostica por histerosalpingografía o histeroscopia y en los casos que es posible el tratamiento es quirúrgico.
- Insuficiencia ovárica: debe realizarse un cariotipo en las mujeres menores de 30 años. Deberán considerarse trastornos autoinmunes como lupus eritematoso sistémico, artritis reumatoide, etc. Se referirán a la unidad de reproducción las que deseen tener hijos en un futuro. La menopausia precoz aumenta el riesgo de desarrollo de osteoporosis y las mujeres con insuficiencia ovárica prematura pueden beneficiarse de la sustitución de estrógenos para prevenirla.
- Anovulación crónica: las mujeres con hiperprolactinemia pueden tratarse con un agonista de la dopamina. La corrección quirúrgica puede ser necesaria en algunas mujeres con macroadenoma que afecte a la visión, etc.

La hiperprolactinemia provocada por el uso de medicaciones requiere una estrategia de colaboración personalizada, según cada paciente y si hay fármacos alternativos disponibles, etc. Las mujeres con hipotiroidismo, síndrome de Cushing, síndrome de Sheehan y otras alteraciones endocrinas deberán remitirse al endocrinólogo. En los casos de SOP, que puede
manifestarse con amenorrea u opsomenorrea, el tratamiento dependerá de los signos y síntomas y de si la mujer desea o no gestación.
En los casos de amenorreas de causa hipotalámica hay que buscar eltrastorno subyacente. Las mujeres con trastornos alimentarios requerirán psicoterapia. Las pacientes en las que la amenorrea sea secundaria a un ejercicio físico excesivo serán animadas a reducir la cantidad. En estos dos últimos grupos son recomendables suplementos de calcio y vitamina D.

DISMENORREA
La dismenorrea se define como el dolor pélvico que se produce antes y durante el ciclo menstrual de la mujer. Se calcula que afecta a un 60-90% de las mujeres en edad fértil.
Aunque la principal característica de la dismenorrea es el dolor, los síntomas acompañantes son náuseas, vómitos, diaforesis, taquicardia, diarrea, letargo, vértigo, sensibilidad en las mamas, meteorismo, edema, cefalea y alteraciones del estado de ánimo.

Los síntomas de dismenorrea por definición aparecen o empeoran con la menstruación o en torno a ella.

La dismenorrea se ha dividido clásicamente en dos tipos: primaria y secundaria. La primaria se presenta poco después de la menarquia y por definición no va acompañada de un proceso pélvico orgánico. Por el contrario, la dismenorrea secundaria se puede atribuir a una patología de la pelvis, puede tener un comienzo rápido o ser un proceso crónico y puede producirse en cualquier momento durante la vida de la paciente. Las causas de dismenorrea secundaria pueden ser endometriosis, adenomiosis, infección crónica y lesión estructural del útero.
Como la dismenorrea secundaria se deberá a patologías varias, en esta clase nos centraremos especialmente en la dismenorrea primaria como alteración menstrual.

Dismenorrea primaria
La dismenorrea primaria es un trastorno que afecta a la mayoría de las adolescentes en los primeros años que siguen a la menarquia. Aunque no es un problema potencialmente grave, sí que puede tener repercusiones importantes en cuanto a síntomas físicos, efectos negativos en el entorno familiar y coste económico para la sociedad (absentismo escolar y laboral, coste sanitario, etc.).

Hay pocos factores de riesgo absoluto de la dismenorrea primaria. Los antecedentes familiares y genéticos pueden ser de interés, puesto que es más probable que una mujer sufra dismenorrea primaria si su madre o sus hermanas la han padecido. Las mujeres más activas físicamente comunican menos dismenorrea y en las que la experimentan, el dolor es menos intenso.

Los antecedentes ginecológicos y menstruales de la mujer influyen en los síntomas de dismenorrea. Los factores ginecológicos que protegen frente a ésta incluyen una menarquia más tardía, un parto vaginal anterior, periodos menstruales breves y el uso de anticonceptivos hormonales.

Aunque no está del todo clara la causa esencial de la dismenorrea primaria, hoy se piensa que está en relación con una producción excesiva o desequilibrada de prostaglandinas. Se ha afirmado que existe alguna interacción de regulación entre los cambios hormonales del ovario, la producción de prostaglandinas y sus efectos en la presión intrauterina. Las hormonas ováricas y las prostaglandinas tienen efectos locales y sistémicos.

Además de causar dolor menstrual, se piensa que provocan síntomas perimenstruales no deseados, como cefalea y diarrea. Se ha comprobado que los niveles de prostaglandinas son mayores en la fase lútea del ciclo y que las mujeres con dismenorrea presentan mayores niveles iniciales de prostaglandinas que las controles sin dolor menstrual.

La ovulación desencadena la producción de progesterona que activa la fosfolipasa A2 que transforma los fosfolípidos en ácido araquidónico que posteriormente se descompone en prostaglandinas o leucotrienos. Los leucotrienos provocan la inflamación, vasoconstricción y contracciones uterinas, causando síntomas como la dismenorrea. Las prostaglandinas son potentes uterotónicos y vasoconstrictores. Se ha comprobado que su nivel sérico es mayor en mujeres con dismenorrea.

Se piensa que otros mecanismos contribuyen a la dismenorrea. Las mujeres con dismenorrea muestran mayor percepción del dolor a diversos estímulos ginecológicos y no ginecológicos que las que no la padecen. Una alteración del procesamiento del dolor puede ser secundaria a un aumento de la sensibilidad neural basal a las prostaglandinas o quizá un efecto de la estimulación persistente de los estímulos nocivos. También se ha mostrado un mayor nivel de vasopresina en mujeres con menstruaciones dolorosas.
Además, como ya mencionamos, los leucotrienos también pueden contribuir a la dismenorrea.

Evaluación
Una historia clínica pormenorizada del dolor debe incluir información sobre el momento y la duración, la gravedad y factores de alivio y reagudización. Se recomienda además una exploración física detallada para descartar causas orgánicas.

Se ha de establecer una relación temporal del dolor con la menarquia y la menstruación. Es importante recabar información sobre la calidad, distribución, intensidad y patrón de irradiación del dolor y los síntomas relacionados.

La dismenorrea primaria suele comenzar con el inicio de la menstruación o poco después del flujo menstrual. La secundaria, por otra parte, puede comenzar entre varios días y una semana antes de la hemorragia menstrual.

La dismenorrea secundaria normalmente persiste durante todo el ciclo, pero la primaria suele disminuir en los primeros días del flujo. El dolor suele ser agudo o de tipo cólico y suele ser más pronunciado en hipogastrio y fosas iliacas.
Puede irradiar hacia la espalda, la parte superior del muslo y las piernas.

Deben investigarse los síntomas acompañantes del dolor. La dispareunia indica causa orgánica. Se han de evaluar los síntomas relacionados como depresión, fatiga, irregularidades menstruales y síntomas sistémicos. Se ha de prestar atención a los síntomas coincidentes con el dolor que afecten a los sistemas locomotor, neurológico, urológico o gastrointestinal, ya que hay procesos que afectan a estos sistemas como el síndrome de intestino irritable, cistitis intersticial y cefalea migrañosa que se sabe que presentan reagudizaciones cíclicas con la menstruación. También habrán de revisarse las cirugías anteriores, los antecedentes obstétricos, las infecciones pélvicas previas, etc.

En cuanto a la exploración física y las pruebas de imagen y de laboratorio, han de realizarse igualmente para intentar descartar una patología orgánica que provoque los síntomas y, en los casos de dismenorrea primaria, serán todas normales.

TRATAMIENTO
Existen una serie de modalidades para el tratamiento de la dismenorrea.
El de primera línea está dirigido a bloquear la producción y reducir los efectos de las prostaglandinas. Otras alternativas médicas incluyen regímenes hormonales. Por último, en casos resistentes o graves de dismenorrea primaria puede que sea necesaria una evaluación quirúrgica para descartar definitivamente una causa secundaria.

Inhibidores de la prostaglandina sintetasa/AINEs: se han estudiado a fondo para el tratamiento de la dismenorrea primaria. Estudios bioquímicos confirman los menores niveles de prostaglandinas en el fluido menstrual y el menor tono del útero en las mujeres tratadas con estas medicaciones.

Los que han mostrado una mayor eficacia son el naproxeno, ibuprofeno y ácido mefenámico. Una vez comenzado el tratamiento, la mayoría de las mujeres con dismenorrea primaria notan un beneficio bastante rápido, aunque la eficacia total de estos fármacos puede tardar varios meses en lograrse. Se recomienda que la paciente empiece el tratamiento cuando comiencen realmente lo síntomas, aunque en mujeres con una menstruación previsible o con síntomas premenstruales, puede ser de utilidad comenzar el tratamiento como profilaxis antes de la aparición de éstos.

En principio, debe tratarse a las pacientes con la dosis mínima efectiva.
No se debe superar la máxima dosis diaria recomendada. Cuando proceda, puede que sea necesario probar distintos fármacos para averiguar cuál es la mejor tolerada y más eficaz para cada paciente, e incluso pueden combinarse varios fármacos a la vez.


Fármaco
Dosis
Dosis diaria máxima

Ibuprofeno*
200-800 mg vo 3-4 veces al día
3200 mg
Naproxeno*
250-500 mg vo 2 veces al día o 750-1000 mg 1 vez al día
1350 mg
Ácido mefenámico*
500 mg iniciales.
Después 250 mg cada 6 horas
1500 mg
Celecoxib
400 mg iniciales.
Después 200 mg vo 2 veces al día.
400 mg
* 1ª opción terapeútica


Inhibidores de la COX-2: bloquean antes la conversión de ácido araquidónico en prostaglandinas que los inhibidores de las prostaglandinas tradicionales. Van acompañados de menos efectos secundarios gástricos y pueden tomarse una vez al día. Actualmente sólo el celecoxib está indicado para el tratamiento e la dismenorrea primaria y el dolor cíclico relacionado con la endometriosis. Estos fármacos son caros y deben reservarse para las pacientes que no respondan a los AINEs, no los toleren o presenten contraindicaciones.
Anticonceptivos orales: cuando la paciente no responda o tenga una respuesta subóptima, el tratamiento hormonal suele ser el paso siguiente en su tratamiento. Los anticonceptivos orales combinados reducen el dolor menstrual suprimiendo la ovulación, reduciendo el grosor del endometrio y, en consecuencia, acortando la duración del flujo menstrual. Igual que con los AINEs, el beneficio puede que no se observe hasta pasados varios meses de iniciado el tratamiento.
Progestágenos: al igual que los anticonceptivos combinados, los progestágenos inhiben la ovulación y disminuyen el crecimiento endometrial y los niveles de prostaglandinas.
Cirugía: la evaluación y el tratamiento quirúrgico debe reservarse a las pacientes con síntomas graves o atípicos y en quienes no respondan a los tratamientos tradicionales. También en las pacientes con signos de alteraciones en la exploración o en los estudios radiológicos que indican causas secundarias del dolor.
La laparoscopia puede ofrecer beneficios tanto para el diagnóstico como para el tratamiento de las mujeres con dismenorrea atípica grave. Por definición, las mujeres con dismenorrea primaria deben presentar una pelvis normal, pero incluso aunque el procedimiento no ofrezca ninguna explicación para la dismenorrea, no debe considerarse superfluo: el conocimiento de que no hay alteraciones es posible que tranquilice a la paciente y le aporte una sensación de bienestar. Algunas técnicas como la resección del nervio uterosacro o la neurectomía presacra se han utilizado para el tratamiento de la dismenorrea primaria, aunque los resultados de los estudios acerca del beneficio de estas técnicas son limitados y contradictorios.
Tratamientos alternativos: el tratamiento conductual y la enseñanza de métodos de relajación se han usado con éxito, además de la modificación en la actividad física.

El uso de calor ha demostrado ser beneficioso, aunque no se sabe muy bien el mecanismo por el que funciona. La alteración del umbral del dolor, efectos directos en la contractilidad del útero y una sensación general de bienestar son teorías que explican su eficacia.
Otros métodos no médicos como la acupuntura han demostrado también su eficacia.

SÍNDROME PREMENSTRUAL
Las mujeres con síndrome premenstrual o trastorno disfórico premenstrual experimentan un conjunto de síntomas que aparecen en la fase lútea y remiten en la fase folicular. Estos síntomas no pueden explicarse por otro trastorno psiquiátrico o médico. Los síntomas relacionados son afectivos (irritabilidad, cambios de humor, depresión y hostilidad), somáticos (meteorismo, mastalgia, cambios en el apetito, sofocos, insomnio, cefalea y fatiga), cognitivos (confusión y falta de concentración) y de la conducta (retraimiento social, hiperfagia y discusiones). Los síntomas suelen comenzar entre 1 y 2 semanas antes de la menstruación.

Diagnóstico
Los síntomas aparecen típicamente en fase lútea, es decir, tras la ovulación. Si no siguen este patrón habrá que pensar en otros trastornos.
Es importante distinguir bien el síndrome premenstrual de trastornos del estado de ánimo como depresión, distimia, trastorno bipolar, etc., ya que típicamente las mujeres que sufren de éstos, experimentan un empeoramiento en fase lútea.
La evaluación diagnóstica debe incluir 2 citas separadas por dos ciclos menstruales. En la primera se evalúan los síntomas y se establece un diagnóstico diferencial. Después la mujer realizará un diario de síntomas que se estudiará en la segunda cita estableciéndose un plan terapéutico.
No existen pruebas analíticas que confirmen el diagnóstico y las determinaciones hormonales son inútiles, ya que las concentraciones de las mujeres con síndrome premenstrual no difieren de las que no lo presentan.

TRATAMIENTO
Debe basarse en 2 principios: que se trata de un problema crónico que normalmente no se resuelve hasta la menopausia y que la intensidad de la estrategia terapeútica habría de depender de la gravedad de los síntomas percibida por la mujer.
La mayoría de las mujeres buscan ayuda por las alteraciones del estado de ánimo, así que la mayoría de tratamientos están dirigidos a estos síntomas.
Sin embargo, con la mayoría de estos tratamientos se consigue mejorar también los síntomas físicos.
En la mayoría de estas mujeres es razonable recomendar ejercicio, cambios alimentarios y suplementos dietéticos como tratamiento inicial. En las mujeres que no responden con estas medidas tras 2-3 ciclos está indicado eltratamiento con ISRS. En las mujeres con síndrome premenstrual, la respuesta a los ISRS se hace evidente a las 24-28 horas, a diferencia de los trastornos depresivos que requieren semanas. Esto hace que sea posible usarlos de forma intermitente en lugar de continua, tomándolos sólo en fase lútea. La dosis inicial será: 20 mg de fluoxetina o 50 mg de sertralina. Se empezará a tomar cuando aparezcan los síntomas dejándolo el primer día de menstruación.
Si el tratamiento intermitente no es suficiente deberá probarse con tratamiento continuo al menos 2 meses. Han de probarse al menos 3 ISRS distintos para determinar que no existe respuesta.
Las pacientes que no responden a ninguno de estos síntomas pueden probar la supresión de la ovulación con acetato de medroxiprogesterona. Los anticonceptivos combinados son eficaces contra los síntomas físicos, pero no así con los síntomas afectivos. Los agonistas de la GnRH son otra alternativa, pero son caros y se deben dar estrógenos suplementarios para evitar la pérdida de masa ósea.

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